En el último documento en relación a la pandemia decíamos: “Ante esto creemos que hay que extremar todas las medidas y prevenciones necesarias para achicar al máximo esos dolores, y que los pueblos tomemos conciencia que mucho depende de nosotros, que en definitiva todo depende de nosotros, tanto para achicar los dolores y penurias, como para abrir el camino hacia un futuro promisorio.”
Veamos: Clarín, 14-06-20, pág. 41, por R. Arriazu: “El mundo después de la pandemia. En los últimos años, las protestas y el descontento fueron en aumento, y las grandes protestas que vimos en las últimas semanas no reaccionan exclusivamente contra el uso excesivo de la fuerza policial y la discriminación racial, sino que retoman los reclamos de
las manifestaciones que emergieron el año pasado en muchos países (los chalecos amarillos en Francia, las protestas en Chile y Ecuador).
El asesinato de George Floyd en Minneapolis fue la chispa que inició estas protestas pero la indignación popular era más amplia; ya en la primera de ellas los manifestantes llevaban un gran cartel “quiten el financiamiento a la policía, abran las cárceles y den refugio al pueblo”, y los consejeros de la ciudad aprobaron (con la oposición del alcalde) una ordenanza para eliminar la policía y reemplazarla con un control social indefinido.
El presidente Trump atribuyó la violencia en algunas de estas manifestaciones al accionar de Antifa (grupo antifascista), pero la experiencia muestra que aunque siempre hay activistas en estas manifestaciones, la mayoría de los participantes lo hacen convencidos de la necesidad de cambios.
Estas manifestaciones se extendieron a otras ciudades y países, llevando como lema principal la lucha contra el racismo y la violencia policial, pero extendiendo los reclamos a muchos otros temas (el derecho de las mujeres, el cambio climático, la desigualdad) destruyendo estatuas de personas que estuvieron históricamente asociados al racismo.”
Acaba de suceder y está en pleno desarrollo un hecho de suma importancia: las impresionantes movilizaciones de gran parte del pueblo estadounidense que ya se extendieron a varios países del mundo, entre ellos Inglaterra, Francia, Alemania y Australia.
Una serie de acontecimientos marcan este momento. Previo a la llegada de la pandemia, la gran crisis económica del sistema capitalista mundial provocaba el desplome de la economía, la Bolsa de Valores de Wall Street y otras del Primer Mundo habían tenido que suspender más de una vez su funcionamiento debido a la estrepitosa caída de las acciones, cosa que no ocurría desde el 2008, y también sucedió una baja histórica del precio del petróleo llegando a valores negativos (te pagaban por comprarlo). La pandemia puso al descubierto, además, la situación del sistema sanitario de ese país y la fragilidad del sistema laboral. En apenas dos meses más de 40 millones de norteamericanos se quedaron sin trabajo (y esta situación no es exclusiva de EE.UU.).
Se trata de analizar qué expresan esos hechos, el contenido y la forma de estos acontecimientos. Pero desde el vamos, en estos días los sectores populares de EE.UU. confirmaron una vez más y plenamente lo que venimos señalando: “ en definitiva todo depende de los pueblos”. Que no deben esperar nada que venga “de arriba”. Y los pueblos actúan. Es necesario leer, interpretar, qué dicen los pueblos y/o sectores populares en y con esas acciones.
La sucesión de acontecimientos, entonces, es: 1) el proceso de agravamiento extremo de la crisis económica del sistema capitalista mundial con epicentro en el Primer Mundo y en su cabeza, EE.UU.; 2) la aparición de la Pandemia y; 3) la explosión del ancestral problema racista.
I.- La gran crisis económica del sistema capitalista mundial: el Director de Orquesta de este período.
Más allá de la gran importancia particular que tiene el hecho de que estos sucesos ocurran en el país cúspide del llamado Primer Mundo, la primera potencia económica y militar del mundo, lo primero que salta a la vista es que hechos como estos se vienen produciendo en EE.UU. con una frecuencia cada vez mayor y replicándose a su vez en más cantidad de países. Por lo cual, no es aventurado ni tendencioso pensar que algo, alguna causa profunda, une, empuja y provoca estas acciones en escenarios distintos y disimiles. ¿Será acaso el “hilo invisible” que mencionó el Papa Francisco hace unos años en su discurso hacia los movimientos sociales en Bolivia?
¿A qué nos referimos cuando decimos que la gran crisis económica del sistema capitalista mundial es el director de orquesta de este período? A lo siguiente: Clarín, 01-07-07, por J. Stiglitz, Premio Nobel de Economía: “En julio de 1997, el peso tailandés se desplomó. Después el pánico financiero se expandió a Indonesia y Corea, luego a Malasia. En poco más de un año la crisis financiera asiática se convirtió en una crisis financiera global con la caída del rublo de Rusia y el real de Brasil.” Y por las mismas causas, ya en 1994-1995 se había producido en México el famoso “Tequilazo”; y posteriormente en 2001 el “corralito” en Argentina, el contagio a Uruguay y la crisis en Turquía.
Luego de la serie de crisis mencionadas, en el 2008 ésta llegó y golpeó directo y de frente a los países ricos, se hizo evidente que la crisis económica había escalado y se profundizaba. Había vuelto a su punto de partida: los países del llamado primer mundo. Ellos fueron quienes necesitaron la famosa “Globalización” ya que era imposible que sus mercados internos absorbieran toda su producción industrial, mientras que en el mercado mundial existían todavía muchos nidos de proteccionismo que impedían la libre entrada de sus producciones. Tampoco las enormes masas de capitales acumulados encontraban cantidad suficiente de lugares rentables para las inversiones financieras y especulativas, por lo tanto hacía falta tener a su disposición y a sus pies el mercado mundial completo. Eso y no otra cosa fue la globalización, salvo que para hacerlo digerible se creó una fantasiosa y falsa ilusión en grandes sectores sociales, sobre todo “la clase media y media alta”, de que estábamos en la puerta de entrada al Primer Mundo (el cartelito de la puerta era engañoso, era la entrada al “quinto infierno”). El desarrollo y expansión de la globalización, con el copamiento de los mercados nacionales de los países ‘periféricos’, amplió las posibilidades de descargar las crisis de los países centrales hacia los menos desarrollados, lo que fue provocando la serie de crisis mencionada. Pero dada la profundidad y magnitud de ésta en los países desarrollados, esa “descarga” de su crisis no alcanzaba a evitar el propio agravamiento en el Primer Mundo. Veamos:
“Economía y Finanzas”, 24-11-13: “Delante de una distinguida audiencia durante una conferencia del FMI, con personajes de la talla de Ben Bernanke o Martín Feldstein entre los oyentes, el ex secretario del Tesoro estadounidense, ex candidato a presidir la Fed (Banco Central de EE.UU.) y ex asesor de Obama, Larry Summers, pronunció hace unos días un discurso que conmocionó a la comunidad de académicos y analistas por radical a la par que convincente y estremecedor: ¿y si la economía estadounidense y por extensión la occidental no es capaz de crecer y crear empleo?,
¿y si solo puede hacerlo a fuerza de crear burbujas con los consiguientes riesgos? Y semejante fenómeno no solo ocurre en Estados Unidos, también sucede por ejemplo en Japón. ¿Qué pasaría si la crisis simplemente se hubiese acabado y en realidad nos estuvieramos enfrentando a un nuevo escenario en el que el escaso crecimiento es lo normal, una especie de estancamiento secular?”
Clarín, 02-02-14, supl “iEco”, pág. 5, por Paul Krugman (Nobel de Economía 2008): “Una nueva crisis en puerta”. Se oye la tan temida palabra “contagio”, se trata de una historia conocida. Pero eso es lo que la hace tan inquietante: ¿Por qué sigue habiendo estas crisis? Y lo peor: los intervalos entre crisis parecen estar acortándose, y las consecuencias de cada crisis parecen peores que las de la anterior. Pero el problema no es Turquía, Brasil, India, o quien sea que esté siendo golpeado ahora. El real problema es que las economías más ricas del mundo – EE.UU., la Eurozona y actores más pequeños— no han logrado resolver sus debilidades subyacentes.”
Al no encontrar solución a la crisis económica, la competencia se agudiza y rompe todos los marcos y normas legales, todo sirve, hasta que se convierte en guerra económica y mafiosa entre los grandes capitales por su supervivencia; así se corroen y carcomen los cimientos sociales sobre los que descansa este sistema y comienza a agudizarse la zozobra y desprestigio de las “instituciones sagradas” del mismo. Pasado un tiempo eso se hizo cada vez más evidente, para no perder en la competencia se utilizan todas las armas e instrumentos con que cuenta a su alcance: dirigencias institucionales de todo tipo, políticas, judiciales, etc.; la disputa se agudiza y se hace cada vez más difícil ocultar la corrupción, los negociados, el robo abierto y declarado, que se visibiliza y toma estado público por las denuncias cruzadas entre los que disputan. La Nación, 08-05-11, por Jeffrey Sachs: “Nueva York. El mundo se está ahogando en el fraude corporativo y probablemente los problemas son de mayor dimensión en los países ricos que supuestamente gozan de “buena gobernanza”. Apenas pasa un día sin que salga a la luz una nueva historia de fraude.”
Es que en el capitalismo no hay forma de atravesar y mucho menos de superar una crisis sin que cientos y miles de capitalistas (comerciantes, industriales, financieros, etc.) pierdan y queden fuera de competencia y/o absorbidos por los más grandes. Nadie quiere correr esa suerte y por eso apelan a todas las herramientas legales e ilegales que tienen a su alcance, así se degradan y desprestigian las instituciones. Se llegó entonces, ya hace tiempo, a una crisis sistémica. Y cuando ya comenzaba el desplome y estallido del sistema financiero mundial con epicentro en Wall Street, aparece la Pandemia.
II.-La Pandemia.
La Bolsa de Valores de Wall Street en las semanas previas a la pandemia caía en picada repercutiendo esto en el sistema financiero mundial y de rebote, como es natural, recibiendo Wall Street el empuje hacia abajo de ese sistema financiero. La pandemia apareció justo en ese momento. Y sin duda aceleró e hizo más brusca la debacle económica. El desplome hubiera sido más lento y hubiera permitido acolchonar en algo el proceso de la caída, pero no fue solo la pandemia ni tampoco sin ella se hubiera evitado la crisis económica y financiera, recesión, creciente desocupación, etc.
No se sabe a ciencia cierta cuál es el origen del virus. Una opción es que su surgimiento se deba a un proceso “natural”, habiendo pasado de algún animal al hombre, en cuyo caso es indudable que tanto el calentamiento global como la destrucción de ecosistemas enteros provocados por la voracidad del gran capital en su lucha por la renta, avanzan sobre la naturaleza arruinando bosques, ríos, océanos y a miles de especies que buscan refugio fuera de su hábitat natural llevándolos a habitar en zonas urbanas; la otra opción es que este virus haya sido creado en laboratorio para usarlo como arma biológica en el marco de una “guerra comercial”. Queda claro que ambas posibilidades provienen sin duda de la lucha capitalista por la ganancia.
Una vez desatada la pandemia, la sociedad norteamericana y del mundo capitalista casi en general se encuentran con un sistema sanitario muy deficiente, sin las inversiones mínimas necesarias, con enormes déficits de instrumental e insumos, con disputas entre Estados para conseguirlos, y hasta entre provincias de un mismo Estado. Como si esto fuera poco, con negociados, sobreprecios y fraudes al fisco, con aumentos constantes de los precios de esos insumos, etc.; con tremendo abandono de los barrios pobres, muchos de los cuales carecen de los servicios más imprescindibles, con igual abandono de los geriátricos tanto por parte del Estado como de los propietarios y las familias pudientes para los cuales son solo verdaderos depósitos de viejos a la espera de la muerte, esas mismas clases pudientes y acomodadas que proclaman y exigen la “libertad individual” para ellos pero no, ni siquiera, para sus padres y abuelos. En todos los países, incluidos y sobre todo lo del primer mundo, el porcentaje de muertos por el coronavirus en geriátricos se lleva la parte del León de las muertes totales (cabe aquí de paso mencionar que la actual presidenta del Banco Central Europeo y hasta hace poco Directora del FMI, Cristine Lagarde, ya en el 2012 dijo y lo repitió en el 2018 que las personas “vivían demasiado”). En estas condiciones la humanidad queda a la deriva, solo esperando el gran negocio de algún o algunos laboratorios de una posible futura vacuna. Mientras, la enfermedad provoca daños inmensos a la vida humana y la humanidad toda queda sumida en una tremenda incertidumbre sobre su futuro. El pueblo y sobre todo las clases trabajadoras y población de color en EE.UU. sufre las peores y más drásticas consecuencias, siendo este el país con más cantidad de contagiados y muertos. Desprotección, desocupación, discriminación, hambre en crecimiento abrupto.
III.- El Racismo y la respuesta popular
Es larguísima la historia del racismo en el “País de los Derechos humanos” y las “libertades individuales”. También larga es la historia de la lucha de las personas de origen africano y luego afronorteamericanos, que comenzó contra la esclavitud hace más de dos siglos y, en todo ese tiempo, esa lucha tuvo momentos memorables. Pero se puede decir que hoy llegó a su punto límite. ¿qué indica que la lucha actual sea el límite?
En primer lugar y ante todo, porque se trata de la primer potencia económica y militar mundial. Ya llegó hasta allí el actual proceso de la crisis, nadie, ningún país ni región puede quedar al margen.
Segundo, la multitudinaria reacción en todo el país de las masas de color. El sector social más aplastado, socialmente más postergado y reprimido ocupó el lugar central.
Tercero, el impresionante involucramiento de las masas blancas, con lo cual se pone de manifiesto que se asiste a un cambio cultural masivo que pone en tela de juicio y condena la concepción cultural y el estado de cosas de la vigente sociedad.
Cuarto y decisivo, el peso de la juventud en las movilizaciones. Lo que pone de manifiesto no solo que ya la institucionalidad actual es rechazada por el sector más dinámico de la sociedad, sino que está anticipando el futuro, negando lo vigente y moviéndose hacia profundizar esos cambios.
Quinto, la decisión de las masas de enfrentar la barbarie represiva del Gobierno y el Estado de EE.UU., lo que está diciendo que ya no es posible sostener el actual estado de cosas con represión porque sería seguir echando leña al fuego.
Sexto, sostener durante tantos días la movilización creando finalmente una desobediencia civil ante el “toque de queda”
y el “estado de sitio”, lo que indica que, al menos, comienza a ponerse de manifiesto una crisis de representatividad y un vacío de poder.
Séptimo, la repercusión internacional, el contagio hacia muchos otros países agrega un ingrediente esencial: la solidaridad entre sociedades y el estímulo moral y político que se dan mutuamente, cosa que contrasta con la competencia, guerra comercial, industrial y financiera entre las potencias económicas del mundo por la supervivencia ya que no hay lugar para todos ellos en esta etapa del sistema capitalista. Esto demuestra y pone en evidencia a todo el mundo cuál es la clase y cuáles los sectores populares que pueden ofrecer a la humanidad una nueva escala de valores sociales, humana moral y éticamente, y en armonía con la naturaleza y el medio ambiente. ¿Será por eso que, La Nación, 25-09-16, pág. 12: “La CGT recibió en su sede a la Iglesia y a las organizaciones sociales. Participó el Canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias (del Vaticano) arzobispo Marcelo Sánchez Sorondo, quien dijo: “… este es el momento de unirse. Esta unión que están pidiendo es fundamental para la Argentina y el mundo, ustedes, los trabajadores , s on l os que ti enen que gober n ar el mundo p ara s al v arl o” ?
Octavo, las grietas que produjo en las fuerzas políticas y el andamiaje institucional de EE.UU. donde quedó demostrado que ya es imposible que puedan coincidir todas las instituciones de la sociedad y sus dirigentes, los factores de poder, etc., en una política común frente a las luchas sociales y políticas que esta crisis provoca. Al contrario, las grietas y contradicciones entre ellos serán cada vez más amplias y profundas.
Noveno, la movilización y su continuidad no fue convocada por ninguna organización ni Partido o movimiento de envergadura extendida y/o de alcance nacional. Lo que indica que solo se pudo llegar a este acontecimiento de masas por medio de la experiencia propia de esos millones que brota de la vida cotidiana de esas masas , la importancia de este hecho es que, por un lado, solo se puede dar vuelta o volver atrás esta conducta masiva ofreciendo condiciones de vida contrarias a las actuales (cosa que exigiría que el gran capital deje de defender sus intereses y la disputa feroz entre todos ellos) y, por otro lado, ofrece para el movimiento una base amplísima y muy sólida para su desarrollo futuro.
La importancia de cada una de estas características por separado es enorme, mientras que todas ellas ¡y juntas! son un hecho extraordinario, que divide épocas. Y esto es tan solo lo que se ve a la distancia contando únicamente con la información “deficiente” que nos llega (seguro que hay muchas otras cosas más para destacar).
IV.- El contexto mundial
A nivel mundial ya es evidente que se ha producido una profunda ruptura entre el sistema capitalista y su institucionalidad por un lado, y enormes masas por el otro. Tal lo que sucede en Francia con los chalecos amarillos, en Chile con sus cabildos y en tantos otros países; en algunos ya manifestado y en otros engendrándose. Esta situación al interior de los países del “famoso” Primer Mundo, achicó y seguirá achicando cada vez más la posibilidad de que grandes potencias (EE.UU., Inglaterra, Francia, etc.) intervengan militarmente de diversas maneras en otros países para sofocar rebeliones populares como ha sido costumbre durante siglos. Para el caso ya hay ejemplos: Trump amenazó con bloquear a Venezuela para impedir la llegada de barcos iraníes (cosa que no pudo hacer) y ahora hasta da indicios de que podría reunirse con Maduro. No podrán intervenir como hasta hace poco lo hacían.
V.- Conclusión
Ahora bien, de que registremos la gravedad de la crisis no se sigue que el sistema va a caer, no quiere decir que el sistema que la provoca esté a punto de desaparecer y que ya estemos en condiciones de cambiarlo por otro mejor. Esta calificación y el recorrido añoso de la crisis solo indica que no puede ni podrá dar solución a los problemas sino que lejos de ello, seguirá agravándolos, degradándose el sistema social y las relaciones entre las personas. Y de esto ahora sí, se sigue que cada vez más y más personas, segmentos sociales enteros, se sentirán cada vez más y más disconformes con esa realidad. Y ese proceso abarca cada vez más sectores que tradicionalmente fueron puntos de apoyo del gran capital, ahora esa enorme concentración del capital y la creciente desigualdad cortan la posibilidad de que esos sectores conserven su situación actual. Baste leer las declaraciones del Foro de Davos, donde acuden o se identifican gran parte de los capitalistas del mundo, cuando afirma que “el modelo de capitalismo actual no se puede sostener”. Y antes o después esa disconformidad se hará, y ya se hace, cada vez más intolerable para cada vez mayor cantidad de sectores sociales. Lo que llegado a un punto provoca y provocará cada vez más frecuentemente manifestaciones y estallidos sociales de descontento y oposición cada vez más masivos. En ese punto estamos, …el proceso no está acabado. Pero como vemos no está estático, no ha parado de ascender … y se acelera.
JUNIO 2020
