Violencia en las escuelas ¿Quién puede resolverlo?

Violencia en las escuelas ¿Quién puede resolverlo?

Como trabajadores de las escuelas nos encontramos frente a situaciones de violencia que no son únicas ni aisladas de otras similares que suceden en los más variados ámbitos de la sociedad, veamos…

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Desde hace tiempo se ha instalado una idea, que “la escuela puede resolver todos los problemas”. Entonces se deposita en ella las expectativas de que desde aquí se trabajan y se resuelvan temas vinculados a la salud, educación vial, vulnerabilidad de derechos, sexualidad, ambiente, alimentos, etc. Y también el tema de la violencia que está en la sociedad y se manifiesta en las escuelas tomando diferentes formas: amenazas, golpes, peleas, bullying, abandono, desinterés, etc. En realidad, lo que pasa es que la degradación y los problemas que aparecen y se profundizan a nivel social, naturalmente aparecen también en la escuela, y se terminan “tomando” por el peso que traen; así es que “atajamos” como se puede todas estas problemáticas.

Con la intención de encontrar soluciones recurrimos y/o exigimos al sindicato; sin embargo, ¿cómo podría un sindicato encontrar la solución a un conflicto que excede al gremio, a la escuela e incluso al país? La rapidez del deterioro ha sobrepasado la capacidad de las instituciones sociales para dar respuestas acordes a la magnitud de los problemas. Ante este límite que encontramos, nos llenamos de incertidumbre, “no sabemos qué, pero tenemos la certeza que algo hay que hacer”, lo que nos empuja a asumir una actitud activa, por esta razón una vez más surge la autoconvocatoria.

Sin embargo, para hacernos cargo de lo que pasa, ¿no deberíamos empezar por aclararnos de dónde viene esta violencia, para poder desde ahí construir un camino hacia su superación?

¿De dónde viene el problema de la violencia en las escuelas?

Lo primero que nos aparece cuando miramos son los hechos: familias de la escuela que se enfrentan entre sí, peleas entre algunas familias y docentes o directivos, peleas entre chicxs de la escuela, etc. Todo lo cual nos lleva a la desconfianza entre las personas que tenemos a cargo la formación de lxs chicxs (familias y docentes). Y eso, no hace más que reforzar la violencia.

¿Cómo llegamos hasta acá? ¿Este distanciamiento aporta en algo o beneficia en algún sentido el trabajo de lxs docentes, la crianza de lxs chicxs por parte de las familias, el funcionamiento de las escuelas? ¡¡¡Al contrario!!!

¿Podemos enfrentarla divididos?, ¿enfrentados trabajadores contra trabajadores?, ¿o sólo reclamando a los sindicatos? ¿Quiénes pueden beneficiarse de esta fragmentación?

La respuesta cae de madura: a los sectores populares esta división no nos conviene, nos desarma, nos ata de pies y manos ante la degradación de las condiciones de vida. ¿Puede ser esto otra cosa que la estrategia de sectores interesados en vivir de arriba para beneficiarse a costa del pueblo desorganizado y dividido?

La violencia en las escuelas no tiene, entonces, una causa especial en la escuela; es la expresión del deterioro de las relaciones sociales y ese deterioro tiene beneficiarios concretos: formadores de precios, empresarios dueños de las cadenas de producción y distribución de alimentos, empleadores que buscan abaratar sus costos bajando salarios y empeorando las condiciones de trabajo, quienes nos embargan con el endeudamiento, etc.

¿Cómo construir un camino hacia la superación del problema?

Divididos, enfrentados, distanciados, desconfiando unxs de otrxs somos impotentes, así crece entre nosotrxs

el “salvase quien pueda” y, ante el carácter y tamaño de lo que enfrentamos… ¿quién se salva solx?

Esto no se resuelve en 48 horas, porque fue un largo proceso el que nos trajo hasta acá, en el que el individualismo fue calando en nuestra concepción de la vida; pero sin superarlo el problema de la violencia no se resuelve.

Entonces, lo primero es comenzar a juntarnos con TODAS/OS los damnificados, y en ese sentido la escuela sigue siendo un espacio de encuentro con las familias del barrio, que también sufren la violencia. Debemos buscar los caminos para articular entre toda la comunidad; y poder discutir los problemas de fondo; lxs docentes y las familias no sabemos qué piensa cada unx acerca de lo que sucede.

Y en esa articulación, en ese ida y vuelta ir aclarándonos las causas profundas de esta violencia, el papel de lxs actores involucrados en ella (familias, docentes, sindicatos, escuelas, gobierno, etc.), qué pasos ir dando hacia su superación, qué medidas concretas adoptar, etc.

Tal vez no van a participar todas las familias y lxs docentes al mismo tiempo, pero la experiencia de lo sucedido a raíz de las muertes laborales de Sandra y Rubén, nos mostró que hay (y no son pocos) familias y docentes, directivos, auxiliares, etc. dispuestos a involucrarse en una lucha común.

Pero… ¿podemos esperar que “desde arriba” se ocupen de nuestras necesidades, sin que los presione un pueblo movilizado y organizado? veamos qué nos dicen hechos de nuestro país:

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Entonces ¿no será que el camino es profundizar esa vía, de involucrarnos en la resolución de los problemas: CONTROLANDO, OPINANDO Y ACTUANDO, como cuando sucedió la explosión de la escuela primaria 49?

Encontrarnos, conocernos, debatir, organizarnos y empujar para que se imponga la resolución de nuestras necesidades e intereses comunes es la propuesta que creemos puede ayudarnos a encontrar los caminos para resolver los problemas que sufrimos día tras día.

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