¿Ante qué estamos y Qué proponemos?

¿Ante qué estamos y Qué proponemos?

I.- Presentación del problema

Veamos qué nos dicen diversos medios: Clarín, Económico, 19- 3- 17, por D.F.Canedo: “El Secretario de Empleo, M. Ponte, desplegó la visión del Ministerio de Trabajo sobre la realidad laboral y la estructura ocupacional. Fue en un ciclo organizado por el Instituto Argentino de la Empresa, en Pilar, en el que el funcionario fue claro: “La economía popular llegó para quedarse”. Y esa realidad desde su visión, no puede ser dejada de lado. ¿Qué es la economía popular? Está compuesta por organizaciones que agrupan a cartoneros y recicladores, horticultores  familiares, pescadores artesanales, textiles independientes, motoqueros, manteros, ladrilleros, cooperativas de infraestructura y cooperativas de servicios, entre otros.

            Esa es la base de una pirámide laboral que tiene en el centro a los trabajadores de empresas recuperadas, las cooperativas sociales,  cuentapropistas ocupados y en la cima a los asalariados privados y estatales, a los autónomos y a los empresarios.

            Ponte presentó números sobre la “estructura ocupacional”: “Hay 12 millones de personas entre empleo privado, público, doméstico, autónomo, monotributistas y monotributistas sociales. Y hay 11.700.000 personas entre desocupados, trabajadores no registrados, economía popular y los que denomino “potencialmente activos no activos”. 

            Un mundo laboral partido casi exactamente al medio entre los que están de un lado y otro de la formalidad del empleo. Este cuadro no surgió en un día y se enfrenta a un futuro desafiante como el que plantean las visiones referidas al trabajo en el marco de la Inteligencia Artificial.

            Esta visión aclara lo dicho pocos días antes por el Ministro de Educación Esteban Bullrich: “Nosotros tenemos que educar a los niños y niñas del sistema educativo para que hagan dos cosas: o sean los que crean, generan y le aportan al mundo esos empleos, o crear argentinos y argentinas que sean capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla.”

       ¿Cuáles son esos desafíos  a que se refiere la nota?  La Nación, 20- 3- 17, pág. 32, por Franco Varice: “Las maquinas vienen por nosotros”. “Los avances en robótica e inteligencia artificial supuestamente suplantarán muy pronto a los hombres en casi todas las áreas. La cuestión parecería haber llegado muy lejos. Camioneros, taxistas, contadores, Bancarios, etc., terminarían expulsados del cada vez más resbaloso mercado laboral.  El gobierno de Suiza, por ejemplo, difundió un proyecto para robotizar el 50 % de su economía. ¿Es un anticipo del futuro inexorable? Todos los días aparecen noticias donde se anuncia que alguna ocupación será reemplazada por robots o algoritmos.”

            La Nación, 2- 7- 17, pág. 10: XX Congreso anual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa. “Se nos viene un Tsunami de cambios tecnológicos y si no actuamos a tiempo las diferencias sociales se van a agravar”, advirtió A. Salvia, sociólogo e investigador, primer expositor del encuentro. Y Gastón Podestá, Director Global de Recursos Humanos de Accenture, advirtió: “Uno de los rasgos de la realidad que marcan la magnitud de ese desafío es la rapidez del cambio: La velocidad de hoy es la más lenta que vamos a ver”.

II.- Implicancias de los avances e innovaciones científico-tecnológicas.

            Estos avances tecnológicos incorporados a la producción implican verdaderos saltos, en primer lugar, en la capacidad productiva y en la productividad del trabajo.

            Luego se trasladan inevitable e inexorablemente a la economía, al llamado “mercado”, al trabajo, a las relaciones sociales y a la cultura. Lenta e imperceptiblemente al comienzo, va cambiando la vida, las costumbres de las personas, las instituciones, etc. hasta que llegado un punto se altera el conjunto de las condiciones sociales; con lo cual, en gran medida, van marcando los rasgos, contornos y límites de la vida social, hasta llegar a  regirla.

           ¿Cómo se producen los cambios en la economía? El principal factor que provoca la incorporación de tecnología más avanzada al proceso productivo es la competencia entre capitalistas, cada uno de ellos buscando asegurar y/o ampliar su ganancia y mantenerse en el sistema evitando ser desplazado; a la vez esa competencia es el mecanismo íntimo del capitalismo por el cual el sistema busca su equilibrio, cuyo resultado es la eliminación de quienes no alcanzan el mínimo de capital y productividad para lograr precios competitivos, y así asegurar que sigan en el sistema y su concentración del capital, los que sí lo logran. 

Así las cosas, las consecuencias de esa incorporación tecnológica son varias: si el objetivo es quedar en mejor posición para competir ( la primer meta es abaratar el precio de lo que se produce), ¿cómo se logra bajar el precio? Incorporando nueva tecnología se eleva la productividad del trabajo y, por lo tanto, se logran mayores cantidades de mercancías en el mismo o menor tiempo de trabajo humano.

            Pero si, por un lado,  mayor cantidad de producción exige mayores ventas; por otro lado y a la misma vez, menos tiempo de trabajo implica menor valor económico creado en ese acto de producción, Clarín, 22- 8- 17, pág. 26, por Alcadio Oña: “Por si es preciso decirlo, valor agregado equivale a trabajo agregado y empleo.” 

            Por lo cual cuando, como ahora, se quiere superar el problema con un sueldo básico para todos (renta básica universal), tengan o no trabajo, cabe preguntarse: ¿de dónde va a salir el valor económico para solventar esos millones de salarios?

            Veamos esto más de cerca. Los que proponen esto responden que es “el Estado” quien debe hacerse cargo. Bien, pero el Estado no produce ni crea valor, el valor económico de que dispone es de la recaudación de impuestos;  los empresarios grandes, medianos y chicos piden, exigen y presionan para que se le bajen los impuestos, y por si eso fuera poco los más grandes capitales evaden el pago de sus obligaciones y fugan sus capitales a los “paraísos fiscales” donde nadie les pide cuenta de nada.

            La Nación, 2- 10- 17, por José A. Ocampo y Magdalena Sepúlveda (Miembros de la Comisión  Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional): “Sin justicia fiscal no hay desarrollo. Recientemente, las prácticas tributarias abusivas de muchas multinacionales han atraído un enorme interés de la opinión pública.

            Los abusos tributarios se presentan porque las reglas actuales permiten que las empresas en vez de declarar sus beneficios en el país donde se generan lo hagan en otro país que tiene una tasa impositiva más baja (o a veces nula).

            El costo de estos abusos tributarios puede ser  hasta 240.000 millones de dólares anuales, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), pero algunos analistas  estiman que la sola pérdida de los países en desarrollo ronda esa cifra.                         Cuando las corporaciones no pagan los impuestos que justamente les corresponden, se recortan los servicios públicos esenciales y el gasto en infraestructura y la recaudación fiscal recae sobre la ciudadanía de pie, normalmente en forma de impuestos regresivos al consumo, como el impuesto al valor agregado (IVA).

            Se han dado una serie de propuestas para fortalecer las normas tributarias internacionales, pero lamentablemente  sus resultados son hasta ahora  modestos.”     

            ¿De dónde va a salir ese dinero? No es necesario ser muy lúcido para darse cuenta de que no queda otra que de los impuestos a los sectores populares, de los recortes a la salud, la educación, etc. Pero esta “solución” no resuelve nada porque lo que se va a consumir con ese sueldo complementario se va a dejar de consumir por los contribuyentes que paguen ese impuesto para solventar ese salario.

             Hay que tener una gran ingenuidad y candidez, o una enorme intención de tapar y ocultar el problema, para pensar que el cambio de una “norma escrita” puede resolver el problema en un mundo donde el fraude y la corrupción domina en todos lados. Continuemos. 

 

III.- Veamos el problema desde otro ángulo  

             En todo momento concreto, de la producción y la venta, el empresario gana más cuantos más obreros emplea. Recordemos: Clarín, 22- 8- 17 pág. 26: “ por si es necesario decirlo, valor agregado equivale a trabajo agregado y empleo”; y teniendo en cuenta que, según el INDEC el promedio de la utilización de la capacidad instalada solo es 63 %, por ende hay un 37 % de la capacidad técnica instalada que esta parada.  

            ¿No le convendría, entonces, a toda la clase capitalista ocupar a todos los desocupados, para que esas personas que hoy no le producen ganancia, se la estuvieran rindiendo?; y a la vez, esos millones de salarios que se sumarian a la capacidad de compra del mercado, ¿no potenciarían la venta de lo producido?

            Sin embargo hoy hay millones de trabajadores desocupados, maquinaria y capacidad instalada que no se utiliza, capitalistas sin la ganancia que podrían obtener del trabajo de esos millones de obreros,  esos obreros sin salario, y el mercado sin ese poder adquisitivo (y no solo en la Argentina sino en todo el mundo, y aún en los países llamados desarrollados o Primer Mundo). Entonces, ¿por qué no pueden emplear a los desocupados?

            Porque el negocio cierra recién, RECIEN, cuando se puede vender lo producido, NO ANTES; y el constante progreso científico-técnico y los avances productivos, implican tal capacidad de producción que sobrepasa la capacidad de consumo, por lo tanto la posibilidad de vender lo que se produce es cada vez más incierta. 

            Esto también muestra esos límites históricos a que nos referimos: es cierto que ocupar a millones de desocupados haría crecer el poder adquisitivo de la sociedad, y por ende, el consumo, pero el conjunto de esos desocupados produciendo con la tecnología moderna aumentaría exponencialmente la producción, la que sería invendible porque sobrepasaría más aún la capacidad de consumo; pero, ¿y produciendo con tecnología vieja? Los avances tecnológicos permiten abaratar el precio del producto; producir con tecnología vieja sale más caro y no podrían tener precios competitivos en el mercado.

            Pero, como en el capitalismo lo producido no se regala sino que se vende, al no haber venta suficiente se frena la producción y se suspende y despide obreros. Conclusión: más trabajadores desocupados, desocupación en crecimiento imparable, menos salarios y por ende, menor poder adquisitivo en el mercado. Una mayor dificultad para vender,  competencia agudizada y cada vez más feroz para poder lograrlo. Necesidad de abaratar precios para sobrevivir en el mercado. Pero abaratar precios implica achicar costos, lo que exige renovación tecnológica más frecuente que implica, a su vez, mayor escala de producción.  Ambas cosas exigen cada vez mayores y más frecuentes inversiones de capital. 

            Capitalistas que por falta del capital suficiente sucumben en esa competencia. Concentración violenta, creciente y enorme de la riqueza en pocas manos que convive con una alucinante pobreza y miseria en crecimiento, y con una irracional desigualdad también en crecimiento. Entonces, esa inmensa capacidad productiva en aumento convive con un achicamiento del poder adquisitivo y con mercados que se contraen. 

            Hoy hasta en el Primer Mundo se aleja hasta desaparecer ese capitalismo del pleno empleo y la  “movilidad social” ascendente. Y esto no por un tiempo, en ciclos como otrora, sino en forma permanente. La desocupación es estructural, añeja, y va en crecimiento en todo el mundo.   ¿No demuestra todo esto que se llegó y sobrepasó un límite?

 

 

IV.- Otras visiones

             Revista La Nación, 26- 3- 17, pág. 26: “Fin del “problema económico” por S. Bilinkis: “En un reporte recientemente publicado por el Banco Mundial, la Argentina lidera el mundo en proporción de empleos en riesgo  de ser reemplazado  por software y robots. Dos tercios de los puestos de trabajo en nuestro país posiblemente se pierdan en los próximos años en manos de las computadoras. ¡Lo interesante de esta  forma particular de desempleo es que menos trabajo humano no implica menos disponibilidad de bienes! Podríamos dejar de trabajar y consumir las mismas cosas o incluso más.”

            La Nación, 23- 6- 17, pág. 22: “El laboratorio de los robots del futuro. Cambridge, Massachusetts. En la ciudad de Cambridge está el Media Lab, uno de los mejores lugares del planeta para conocer las tecnologías que marcarán nuestras vidas para bien o para mal en 10 ó 20 años.

            El Media Lab es una de las incubadoras de ideas más atípicas dentro del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), la mejor universidad del mundo según diversos rankings internacionales. (…)  Futuro utópico. Semanas atrás tuvo lugar en el MIT la presentación del libro “El próximo paso. La vida exponencial.”

            En la obra, 20 autores de referencia  en inteligencia artificial, ingeniería genética y otras disciplinas reflexionan sobre cómo las nuevas tecnologías van a cambiar el significado del ser humano.

            Paradiso, uno de los autores, cree que “eventualmente las máquinas harán todos los trabajos”. Pero esto será bueno para la gente. El físico imagina un “futuro utópico” en el que alcanzaremos un “socialismo perfecto”. Es un mundo en el que no hay guerras, ni necesidad de dinero y los robots podrían liberar a la gente del trabajo para que sean el tipo de personas que realmente quieren ser.”

            Es cierto que tardará un tiempo hasta que el proceso alcance este nivel tecnológico, pero no es menos cierto que ya hace tiempo que ha comenzado y recorrido un camino considerable.

            Hasta hace unas décadas atrás un descubrimiento o innovación en la producción resolvía un avance en un punto del proceso de elaboración de un producto, o un segmento en la producción de una rama productiva, hoy ese mismo avance científico y tecnológico se aplica inmediatamente a las más variadas ramas, puntos y segmentos de los más distintos y diferentes procesos productivos, de servicios, etc.

            ¿Qué significa, cómo definir  a un proceso continuo  que se acelera y potencia en número y velocidad, de avances y descubrimientos científicos asombrosos, que dan lugar a tecnologías que provocan avances productivos llamados disruptivos por su alcance, proyección y escala?; ¿no indica que estamos en un período de transición histórica?   

            Como vemos, por un lado, estos cambios están provocando perjuicios enormes y cada vez más graves y nocivos a la humanidad y al planeta; por otro lado, se anuncia que esas consecuencias negativas se pueden eliminar, y esos cambios  pueden traer consecuencias positivas también enormes.  ¿De qué depende que esas consecuencias negativas sean eliminadas y se truequen en beneficiosas?

 

 

V.-  La encrucijada histórica

             La disyuntiva no es entonces que ese proceso tecnológico disruptivo, continuo y acelerado, ocurra o no ocurra: ya está ocurriendo.            

            Y generando contradicciones cada vez más agudas con, y en, el sistema social y sus instituciones  que desatan  consecuencias nocivas, negativas y sangrientas de todo tipo que ya trae, y traerá mucho más en el futuro inmediato, habida cuenta de la cantidad y magnitud de los desastres que ya ocurren. Y ni hablar de los peligros que se avecinan: económicos, sociales, étnicos, climáticos, bélicos, etc., etc., que llegado un punto del desarrollo de esas contradicciones imposibilita que el sistema social vigente y sus instituciones puedan controlar, orientar, contener y dar carácter social positivo a esos cambios;  todo esto ¿no habla de que ese sistema social ha llegado a sus límites históricos? La perspectiva de dejar avanzar el desarrollo “natural”, “espontáneo”  de ese proceso, como si el ser humano no tuviera cerebro sino que solo respondiera a los impulsos de su bolsillo, no solo es el más irracional de los cursos de acción, sino que es directamente suicida, dado los peligros de los cuales ni los más encumbrados ricachones podrán escapar, más allá de que se van a sacar las tripas unos a otros dada la competencia y la guerra económica entre ellos, ya que la aceleración año tras año de la concentración del capital va reduciendo la cantidad de los que acaparan lo principal de la riqueza, a la misma vez que achica los lugares de inversión rentables provocando entre ellos choques cada vez más enconados,  desplazando a miles de grandes capitalistas y millones de medianos y a decenas de millones de pequeños capitalistas.

            Y no es que las consecuencias negativas de ese proceso tecnológico disruptivo continuo y acelerado, sean inevitables e inexorables. Al contrario, las consecuencias de ese proceso pueden ser altamente positivas y luminosas para la humanidad siempre y cuando lo tengamos en cuenta, atendamos y respetemos sus características. Las perspectivas positivas de este proceso para la humanidad serán posibles siempre y cuando no lo querramos  mantener encerrado, encajonado, atrapado dentro de condiciones, relaciones sociales, y normas económicas que pertenecen a etapas superadas; siempre y cuando comprendamos que este proceso provoca y exige sus propias condiciones y relaciones sociales, sus propias normas económicas, y que actuemos en consecuencia.

           Veamos, “elEconomista.es” de España, 13- 07- 17: “La Fed (Banco Central de EE.UU.) reconoce que la tecnología y la globalización están aniquilando a la clase media en los países desarrollados. Janet Yellen, Presidenta de la Reserva Federal de EE.UU., reconoció ayer ante el Congreso de los EE.UU. que los salarios y los puestos de trabajo que requieren una calificación baja o media están disminuyendo, lo que presiona a la baja las rentas procedentes del trabajo e intensifica la desigualdad de ingresos.”

            “El cambio tecnológico ha eliminado puestos de trabajo y la globalización ha reforzado el impacto de la tecnología. Esta tendencia  que preocupa a la Reserva Federal de EE.UU. también está en la lista de problemas del Banco Central Europeo. En la Eurozona también está desapareciendo la clase media con unos efectos similares a los de EE.UU.” 

            ¿Qué significa el aniquilamiento de la “clase media” de los países desarrollados? En economía: caída del consumo, sobreproducción crónica, recesión; en lo social: agudización de todos los problemas sociales y aparición de nuevos, decadencia; en lo cultural: violencia, droga, inseguridad, degradación; en lo político: radicalización de las tendencias y creciente ingobernabilidad. Para el resto del mundo: restricción y/o imposibilidad de acceso (ventas) a los mercados de consumo más grande del mundo, recesión mundial.

            Esas palabras en boca de una autoridad tan encumbrada de la economía capitalista mundial, y dado que en este sistema  económico y social es imposible parar o impedir que se acelere el desarrollo tecnológico y el avance de la globalización ¿no son un reconocimiento y confirmación, y hasta una confesión, de los límites infranqueables con que choca la economía capitalista?;  ¿Es posible seguir viviendo como si nada de esto ocurriera?  En otro sistema de relaciones sociales y de leyes económicas no es necesario parar ni la globalización ni el avance tecnológico, porque utilizados racionalmente, sin la distorsión que significa la lucha por la ganancia, ambas cosas son fuente de bienestar, progreso y plenitud social, y de respeto y armonía con la naturaleza.

            En tanto, ya hoy a la producción le sobran más o menos la mitad de las horas humanas de trabajo para abastecer a la humanidad y al mundo de todo lo necesario y más; este proceso comenzó hace décadas y ya hizo ver sus consecuencias: desastre ecológico, desocupación masiva, etc.; y hoy estamos en el comienzo de un salto de ese “nuevo mundo” productivo. La Nación 10- 7- 17, pág. 13: “Avanza la robotización en las terminales de autos argentinas. Diego Casali, Director del Cluster Tecnológico de Córdoba, advirtió que la robotización del empleo ya no sólo avanza en procesos rutinarios, operativos  y de poco valor agregado sino en puestos donde el análisis es clave. La transformación digital afectará el mundo laboral, y de eso ya no hay vuelta.”

            Es cierto que el avance tecnológico afectará al mundo laboral, y también que ya no hay ni habrá vuelta atrás. Lo que no es cierto es que se trate de la robotización “del empleo”; lo que ocurre es la robotización del “proceso productivo”, que no es lo mismo. ¿Cómo afectará al mundo laboral?, ¿Qué pasará con el empleo? Eso depende de otros factores y están por verse.

 

VI.- Los instrumentos del sistema para abordar esta crisis

             Finalmente, ¿con qué instituciones y dirigentes puede el sistema encarar la solución de estos problemas?  No existen otros que los mismos que durante estas décadas fueron incapaces de encontrar soluciones y dar respuestas en ningún país del mundo, y es más, se degradaron y corrompieron cada vez más al ritmo que la crisis avanzaba. Conclusión: el problema se reproduce agravándose, y no está dentro de las posibilidades del actual sistema y sus instituciones y dirigentes el encontrarle soluciones, sino que, por el contrario, el sistema institucional, político, jurídico, cultural e ideológico, también está siendo sacudido, corroído, degradado y cuestionado en esta crisis.

            La Nación, 13- 8- 17, por J. Mosqueira: “La supremacía de los robots, …”. “La Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos hizo un trabajo sobre el impacto de las nuevas tecnologías, donde concluye que “los políticos están volando a ciegas en este aspecto”. Ya se sabe que los políticos de todo el mundo tienen una mirada cortoplacista.”

            Clarín, 9- 6- 17, “Repensar la educación, debate ausente”, por L. Heguy: “Y en cuanto a la decisión del cambio, el enfoque de la política, siempre coyuntural y poco afecto a los plazos largos tampoco ayuda”.

            ¿Es posible que “los políticos de todo el mundo” tengan una mirada tan corta, cuando es evidente que en un mundo que cambia velozmente en una transición prolongada la mirada de corto plazo resulta muy, muy insuficiente, y hasta puede ser  suicida?, ¿cuál puede ser entonces la causa de esta miopía generalizada?  

            Da para pensar “acá pasa algo”, no puede ser solo casualidad. En primer lugar, no es de ahora que “los políticos de todo el mundo tienen una mirada cortoplacista” (la traducción criolla de ese “cortoplacismo” es  la expresión “patear los problemas para adelante”), y estas palabras no las escuchamos desde ayer sino desde hace mucho tiempo.

            Las cosas tienen su propia lógica: en primer lugar si hay un cambio tan acelerado, ¿no será que esto mismo va imponiendo que, más allá de cualquier otra consideración, las miradas, visiones, enfoques y medidas coyunturales y de corto alcance ya no pueden “patearse para adelante”? Porque ya no sucede como en otras épocas cuando con una medida coyuntural y de corto alcance se “paliaba” el problema aunque sea por un tiempo: hoy la gravedad y urgencia de los problemas hace que ese paliativo no surta efecto. 

            Se agotaron esos tiempos y esos márgenes con que contaba el sistema económico actual, y ese agotamiento le pone límites cada vez más grandes y costosos a la impunidad de los políticos ; en segundo lugar, ¿cuál es la causa de esta coincidencia, absolutamente generalizada, en los políticos y la política mundial?             Porque “da la casualidad” que esto coincide con las necesidades e intereses de los grandes capitales que dominan en todos los países y en el mundo entero: la feroz competencia obliga a los capitalistas a acentuar su pelea en el corto plazo porque si no ganan en lo inmediato, si no evitan que otro se los coma en ese corto plazo, no llegan al largo, y ni siquiera al mediano plazo.

            Se entiende, entonces, que sus empleados, la aplastante mayoría de los políticos mundiales, no puedan pensar, prever ni planificar para el largo plazo. En criollo clásico, los políticos no superan el cortoplacismo porque maman de una teta que si no gana ya y ahora, tiende a secarse.

            Por lo pronto, es claro que este proceso de desarrollo tecnológico y de globalización, que esta aniquilando a la clase media y agigantando la desigualdad, lo conducen y lo impulsan los más grandes capitales mundiales acicateados por la feroz competencia entre ellos.

            Son ellos los que tienen la necesidad, y más aún, son sólo ellos quienes tienen la posibilidad de hacerlo, ningún otro dispone de ese capital y por ende ningún otro podría hacerlo. Que eso que hacen el conjunto de ellos termine impulsando y direccionando el barco a un puerto que no les guste, eso no cambia el hecho de que el impulso y la dirección del barco  es producto de su propia  acción. ¿Cuál dirección?  Una transición; ¿Cuál puerto? otra sociedad.

            Veamos: La Nación, 27- 4- 15, del Wall Street Journal: “El exceso de commodities, mano de obra y capital complica a la economía global”. “La economía global nada como nunca antes en la abundancia, no solo de materias primas como petróleo, algodón y mineral de hierro, sino también de capital y mano de obra. Este exceso de oferta plantea desafíos.” (…) “La noción clásica es que no se puede tener una condición de exceso de oferta”, “La ciencia de la economía se basa en la escasez”, afirma Daniel Alpert, un banquero de inversión, autor de “La Edad de la sobreoferta”, un libro sobre el significado de esta abundancia.”; y en La Nación, 3- 9- 15, del Wall Street Journal: “La dependencia de los commodities arrastra a los países ricos. La maldición de la abundancia”.

            ¿Cómo se da esa transición y se llega a ese puerto?  Esa capacidad de producción y exceso de oferta, este potente y veloz desarrollo tecnológico, provoca tal abundancia y exceso de productos con cada vez menos trabajo humano que va cambiando todas las condiciones económicas, sociales y culturales en que vive la sociedad (nuevamente,  Clarín, 22- 8-17, pág. 26: “Por si es preciso decirlo, valor agregado equivale a trabajo agregado y a empleo.”         Por un lado tenemos  menor empleo, y por ende, cada vez menor valor (económico) agregado (por el trabajo humano), y por el otro, en pos de atrapar ese valor cada vez más pequeño, se desata una feroz competencia y lucha despiadada entre los capitales y grupos económicos que exacerba esa abundancia de productos, y donde ninguno de ellos puede distraerse ni un minuto por el peligro de ser desplazado. Eso es lo que los lleva a pensar con el bolsillo a pesar de tener cerebro.

            En conclusión, mientras por un lado más avanza el desarrollo tecnológico y productivo, y más y más la sociedad se va distanciando hasta despegarse de las viejas condiciones económicas, sociales, culturales y políticas, de la escala de valores sociales correspondiente a ese pasado ya superado; por otro lado, la creciente y feroz competencia entre capitales, ante el peligro cada vez mayor y más amenazante de ser superados y barridos por la competencia, aferra a los grandes capitales aún más a las normas y leyes de esas condiciones ya superadas. Sus intereses los obligan a ir, y empujar a la sociedad, a contramano del avance productivo,  aunque esta actitud y conducta de los más grandes capitalistas ponga a la humanidad y al planeta al borde de su destrucción, demostrando que ellos como clase dirigente de la sociedad han llegado también a su límite histórico.

            Por último, más tecnología es sinónimo de más producción, más productos, pero a su vez menos empleo, menos trabajo incorporado y por ende, menos valor (económico) agregado. Entonces ¿no nos está diciendo algo el propio curso del proceso productivo? Cuando tiende a achicarse hasta hacerse insignificante el trabajo humano, el valor económico agregado, y a la misma vez crece exponencialmente la capacidad de producir en abundancia todas las cosas que necesitamos para vivir ¿hasta cuándo el valor económico, que tiende a desaparecer, va a poder seguir rigiendo las relaciones sociales?

 

VII.- ¿Es posible cambiar esto?  

             Discurso del Papa a los Movimientos Sociales, en Bolivia, en 2015: “Pero ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos pueden hacer y hacen mucho. Me atrevo a decir que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas, y en su participación protagónica en los grandes procesos de cambios nacionales, regionales y cambios mundiales. Una economía al servicio del pueblo, justa y en armonía con la naturaleza no solo es deseable y necesaria sino también posible. No es una utopía ni una fantasía. Es una perspectiva extremadamente realista. Podemos lograrlo.” 

           La Nación, 25 de septiembre de 2016, pág. 12: “La CGT  recibió en su sede a la Iglesia y a las organizaciones sociales. La reunión busco visibilizar la situación social. Participó el Canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias (del Vaticano) arzobispo Marcelo Sánchez Sorondo, quien dijo: “… este es el momento de unirse. Esta unión que están pidiendo es fundamental para la Argentina y el mundo, ustedes, los trabajadores, son los que tienen que gobernar el mundo para salvarlo”.

Es ese peligro lo que obliga a los trabajadores y demás sectores populares a tener que elevarse para salvar al mundo tomando en sus manos la responsabilidad de asegurar e imponer, contra viento y marea, los cambios que pongan en correspondencia el inevitable avance tecnológico ya alcanzado con las nuevas condiciones económicas y sociales de vida. Esto puede ocurrir de dos maneras: o hacer un proceso de transición racional, o que las terribles condiciones de vida hagan que los esfuerzos y luchas por los cambios se den a través de un proceso abrupto y de choques sociales con consecuencias sangrientas, y que así nada garantice que la humanidad y el planeta se salven de su destrucción, o una combinación de ambos caminos.

            Los trabajadores y los humildes no somos seres especiales tocados por vaya a saber qué “varita mágica”. Hasta tal punto no somos seres especiales que a nosotros en muchas oportunidades nos pasa también que pensamos y actuamos más con el bolsillo que con el cerebro, copiando o dejándonos arrastrar, por los parámetros que emplean los grandes y no tan grandes capitalistas. 

            Desde ese lugar y ese proceder será imposible cambiar las cosas, al contrario con ese proceder nuestro las cosas se agravarán más. Es cierto que nuestro bolsillo es mucho más flaco que el de los capitalistas y se agota más rápido golpeando mortalmente a nuestras fantasías, pero también es verdad que si nos dejamos arrastrar hasta que las condiciones sean más extremas (diciembre del 2001 o peor) los costos del cambio (hambre, sangre, etc.) serán más grandes y los esfuerzos que tendremos que hacer para llegar a la meta serán mayores y más duros.  Por eso, para estar a la altura y las exigencias de la situación, los trabajadores, quienes nos ganamos la vida con nuestro trabajo, necesitamos capacitarnos, elevarnos en conocimientos e información,  y pulir nuestra conducta y proceder social hasta estar en condiciones de dar el ejemplo a toda la sociedad y así poder organizar, dirigir y conducirla, en este proceso de transición para que llegue a buen puerto. 

            Se trata de tener claro, por las razones expuestas,  que es inútil y perjudicial pensar que un cambio que solucione estos problemas, y mucho menos que encare racionalmente el avance-salto tecnológico que ya llegó, lo pueden dirigir los gobiernos y políticos actuales.

            Solo podemos llevarlo adelante los trabajadores, pero ¿cómo? ¿qué hacer en concreto?: en principio no podremos avanzar sin desatar y lograr un amplio y extendido debate entre los trabajadores sobre el tema, que permita comprender ante qué estamos y llegar a conclusiones colectivas. Es cierto que no es simple y sencillo, pero no es menos cierto que el problema se presentará cada vez más evidente, grave y acuciante, y eso presionará hacia la búsqueda de respuestas.   

 

VIII.-  Propuesta

             Ante todo digamos que esta propuesta no es algo acabado; no es más que un intento de abrir un debate amplio y profundo de los trabajadores y sectores populares acerca de un programa para superar  los gravísimos y amenazantes problemas que tenemos ante nosotros (estas medidas que proponemos no excluyen otras que son también urgentes como el problema de la tierra y la producción agraria, la explotación irracional y las inundaciones de millones de hectáreas, y el sistema financiero). 

            Propuesta que, como analizamos hasta aquí, no puede ser llevada a cabo por la actual clase dominante y dirigente del país, porque los intereses inmediatos de esa clase la empujan con fuerza irresistible a seguir provocando y agravando esos problemas.

            Aclaremos que no se trata de un paliativo para la desocupación existente, tampoco de un atajo para incentivar la demanda porque eso es solo la manifestación, la consecuencia del problema, y no el problema mismo. Y no se trata de paliar ni patear para adelante  el problema sino de solucionarlo. Puede que sea necesario, y hasta imprescindible, aplicar un paliativo inmediato y hasta por un tiempo, pero mientras tanto no hay que postergar el ataque a la causa del problema.

            A.- Dado que con las nuevas tecnologías se consigue que con menos trabajo humano se puedan hacer las mismas o mayores cantidades de productos que antes, nuestra propuesta para esta coyuntura es reestructurar la jornada laboral: de las 8 horas de trabajo actuales a 6 horas de trabajo y 2 horas de estudio, manteniendo los salarios, discusión paritaria, etc., como hasta ahora. (Al ritmo que avancen las nuevas tecnologías incorporadas a la producción, será necesario revisar y actualizar, por ejemplo,  la rebaja de horas de trabajo, la rebaja de la edad para jubilarse etc., etc.).            Sobre las dos horas de estudio diarias serán  para todos los trabajadores que así lo acepten.  Quien no lo haga seguirá con la jornada de trabajo de 8 horas. Más adelante trataremos con mayor detalle este tema. Veamos ahora la consecuencia de esta reducción de las horas de trabajo:

            A.1)  bajar de 8 a 6 horas de trabajo diarias a todos los trabajadores implica  que, para producir lo mismo que actualmente, hará falta completar por cada trabajador las 2 horas restantes. Por ende, por cada tres trabajadores en actividad habrá que incorporar un nuevo empleado, se abrirán así, como mínimo, alrededor de 3 millones de empleos nuevos. 

            A.2) Esto, a su vez provocara una ampliación importante del poder adquisitivo total  y por ende de la demanda; lo que sin duda estimulará aún más la ampliación de los puestos de trabajo.

            A.3) Con una masa de familias que tendrán un ingreso genuino, el Estado, por un lado aumentará la recaudación impositiva sin aumentar los impuestos debido al mayor movimiento económico, y por otro lado, habrá un menor gasto al irse achicando paulatinamente la necesidad de socorrer a familias sin ingresos y otras subvenciones derivadas de la situación de pobreza, miseria e indigencia. A esto se sumaría la reimplantación de impuestos y retenciones a empresas locales y sobre todo extranjeras, mineras, sojeras, etc. Entonces, a la vez que se achican desembolsos y gastos, se logra por otro lado, aumentar los ingresos, con lo cual se eleva seriamente la recaudación fiscal (digamos de paso que con la soja sucede algo especial: durante el gobierno anterior cuando se desató la lucha del “campo”, el precio de la soja estaba entre 600 y 650 dólares la tonelada y los grandes sojeros se rebelaron ante una retención del 35 %  (entre 210 y 225 dólares, o sea que les quedaban limpios a ellos entre 400 y 420 dólares) porque decían que le expropiaban su ganancia; ahora el precio internacional ha bajado casi a la mitad, oscila entre 340 y 370 dólares, y tienen una retención del 30 %  (alrededor de 100 dólares) o sea que les queda limpios alrededor de 250 dólares, y sin embargo los grandes sojeros siguen sembrando, vendiendo y ganando. Qué curioso verdad?).

            B.- ¿Cómo solventar ese mayor desembolso empresario (el nuevo empleado cada tres existentes)?

            B.1) Ante todo hay que ver de qué tipo de producción y empresa o empresario se trata: si de las Pymes, donde el costo laboral puede rondar el 30 % del precio del artículo (o sea, un artículo cuyo precio en el mercado es 100 $ tiene incluido 30 $ de costo laboral). Ese mismo artículo tendrá un tercio más de costo laboral, con lo cual habrá que cubrir 10 $: eso puede darse porque, por un lado, dado que el Estado recaudará más y gastará menos, podrá bajar los impuestos a las Pymes, posibilitar créditos a tasas preferenciales, y muchas otras facilidades que se pueden implementar; y por otro lado, las empresas tendrán un mayor mercado para colocar sus productos, con lo cual podrá resignar una parte de esa mayor ganancia en cada producto, por una mayor cantidad de ventas.

            Habrá que estudiar casos particulares, pero de todas maneras no se puede tratar de cifras inmanejables, y además, la otra perspectiva de las Pymes será lo que está ocurriendo: su desaparición en manos del gran capital. 

            En el caso de las empresas de gran capital con tecnología de última generación el costo laboral en el  precio final del producto oscila entre  2 y 5 % (Un producto que valga 100 $ puede llegar a tener 5 $ de costo laboral incluido). Con lo cual el agregado de un tercio es menos de 1,7 % en el precio final: eso lo pueden resignar esas empresas tranquilamente sin problemas. Puede ser inclusive que una pequeña parte de ese 1,7 % sea compensado. Además, ¿Quién dejaría de comprar un articulo porque en vez de 100 $ valga 101,70 $. O un auto porque en vez de 300.000 $ valga 305.000 $. Y, por otro lado, estas empresas  también se verían beneficiados por el alza del consumo.

            B.2) En ambos casos hay que tener en cuenta los precios de exportación: allí sí habrá que asegurar que el producto que se  exporte no pierda competitividad en el precio. Pero aún esta diferencia en los artículos de exportación serían manejables. Además Argentina no es la única que tiene estos problemas y habría un amplia lista de países con los cuales negociar y hacer acuerdos.

            Se deberá cortar de cuajo la corrupción en todas sus variantes con penas severísimas y de cumplimiento efectivo, sin apelación.

Y finalmente, para resolver todos, sí, todos los problemas que se presenten y que tengan solución, es necesario contar con la capacidad  de una clase trabajadora encabezando un proyecto propio. Esa capacidad y el peso de semejante proyecto propio, puesto en manos de las masas trabajadoras, logró en más de una oportunidad que los trabajadores hicieran verdaderos milagros económicos, sociales, culturales, etc. con efectos de envergadura y posibilidades impensables. 

   

        

IX.- Consideraciones a la propuesta

            Veamos que ha pasado hasta ahora: el avance productivo,  como hemos visto, ha anulado la posibilidad de que una cantidad enorme y creciente de trabajadores tengan lugar en el trabajo social y queden excluidos. ¿Cómo se actuó frente al problema?  Luego de que el fenómeno llegara a ciertos niveles incompatibles con la gobernabilidad de la sociedad y se acentuaran los problemas derivados de sí mismo (violencia, inseguridad, droga, etc)., ante lo insostenible de la situación se comenzaron a crear una cantidad de planes y subvenciones sociales que fueron en aumento a lo largo del tiempo.

            Para el sustento de esos “planes” el Estado recaudaba del consumo popular y los ingresos del resto de los trabajadores y de la llamada “clase media”. Ante esto los grandes intereses locales y extranjeros, que nunca aportaron nada de sus suculentas ganancias, aprovecharon para dividirnos; ¿cómo fue esto? Expandieron la idea de que la clase media y los trabajadores mejor pagos, pagaban impuestos para solventar los subsidios a los “vagos” que no querían trabajar. Así, los que habían creado el problema, quienes habían “tirado la piedra”, no solo escondían la mano, sino que además señalaban otra mano, la de los afectados y victimas, como los autores de haber arrojado la piedra. Pues bien, entonces esos  (supuestos) “vagos” tienen que trabajar, “y no vivir del trabajo de otros”.

            Para eso hay que asegurar la cantidad de puestos de trabajo suficiente. Con jornadas de trabajo de 6 horas acordes, por el momento, con el avance productivo, se les puede asegurar esos puestos de trabajo. 

            Esto mismo muestra la necesidad de entender la situación en toda su complejidad: esa maniobra del gran capital fue calando en la llamada “clase media” por ignorancia de ésta acerca de la comprensión del mundo y las condiciones del entorno, lo que llevó a que esa clase se pusiese de punta con aquellos sectores que en forma directa e indirecta alimentaban el consumo popular, consumo del cual se nutren los ingresos de esa misma clase media. Así, en vez de exigir que se castigue a los grandes capitales que se cansan de evadir y trampear al fisco y que se les aumente los impuestos a ellos, actuaron contra parte importante de la fuente de sus propios  ingresos.  

            A esta altura cabe una pregunta: La globalización, ¿no crearía  problemas a una solución como la propuesta?, ¿al comercio, los precios internacionales, etc. etc.? Es cierto, que nada que haga un país deja de recibir las presiones internacionales a favor o en contra. Pero, por un lado, muchos países están buscando salidas al problema; así por ejemplo, se habla de un sueldo básico a todo el mundo (tenga o no empleo); otros hablan de poner un impuesto a los robots y otras “soluciones”; pero ninguna de  estas  atacan la causa del problema sino que buscan solo perpetuar la ganancia capitalista aunque sea sacrificando a gran parte de la humanidad y al medio ambiente.    Por otro lado, la globalización no solo repercute a nivel del comercio internacional y de la ganancia capitalista, sino que también puede ayudar a que  vengan presiones favorables: ¿Qué pasará con los trabajadores y los pueblos de decenas y centenares de países, acuciados por los mismos o más graves problemas  que nosotros, y con las mismas o más graves perspectivas de futuro inmediato que nosotros?, y que pasaría con los  pueblos, si un pueblo cualquiera del  mundo anunciara que logró terminar con la desocupación bajando las horas de trabajo de la jornada laboral? Con la desocupación y precarización del trabajo actual, y con el crecimiento acelerado de ambas cosas las presiones populares se harán cada vez mayores, poniendo en jaque la gobernabilidad y presionando para que se adopten soluciones similares.

            Pero, el lector  se preguntará, ¿con qué derecho los trabajadores, o aún más, un pequeño grupo de ellos, plantean cambiar algo tan fundamental como la jornada laboral?  Pues con mayor derecho con que los gobiernos, políticos y empresarios de todo el mundo, mayoritariamente corruptos hasta la coronilla, nos  están exigiendo  a nosotros, a los trabajadores, no a ellos que no trabajan, sino a los que vivimos de nuestro trabajo y mantenemos con nuestro trabajo a toda la sociedad (y también a ellos, esos parásitos inservibles, corruptos y delincuentes), aumentar la cantidad de horas de la jornada laboral, elevar la edad y los aportes para jubilarse, flexibilizar y precarizar el trabajo. Y más aún, cuando está probado que esa salida de alargar la jornada y aumentar la edad para jubilarse no resuelve el problema sino que lo agrava todo: Clarín, 20- 6- 17, pág. 8: “Estadísticas oficiales. El desempleo juvenil duplica el promedio nacional. Los datos oficiales reiteran y confirman que el desempleo y la informalidad entre los jóvenes y adolescentes más que duplica el promedio nacional.” Y solo trae la consecuencia, como ya ha pasado, de que en poco tiempo más tienen que volver a alargar la jornada otra vez.                                                

            Aclaremos que no somos pioneros en esta idea, ni originales, ni descubrimos el agujero del mate, y que además no es solo una “idea”, sino que fue probada prácticamente hace mucho tiempo y retomada no hace mucho .

            En el libro de J. Rifkin (asesor de Bill Clinton), “El fin del trabajo”, Pág. 48 a 52, se describe lo ocurrido respecto de la crisis, la desocupación, la productividad y la jornada de trabajo en EE.UU. ¡¡¡ durante -nada menos- que los primeros años de la década de 1930 !!! Y las conclusiones de empresas y empresarios:   “En 1932 grandes empresarios como, por ejemplo, Kellogg’s de Battle Creek, Sears, Roebuck, Standard Oil de Nueva Jersey y Hudson Motors recortaron, de forma voluntaria, sus semanas laborales hasta dejarlas en treinta horas para mantener a la gente empleada.

            La decisión de Kellogg’s fue la más ambiciosa de todos los planes presentados. W.K. Kellogg, el propietario, razonaba que “si aceptamos cuatro jornadas de seis horas … en lugar de tres jornadas de ocho horas, ello dará trabajo y salarios para los cabezas de trescientas familias más en Battle Creek”. Para garantizar el adecuado poder de compra de sus empleados, la empresa incrementó el salario mínimo de los trabajadores varones hasta los 4 dólares por día, e incrementó los sueldos por hora en un 12,5 %, lo que compensó la pérdida de dos horas de trabajo diarias. En 1935 la empresa publicó un detallado estudio en el que se mostraba que después de “cinco años trabajando seis horas al día, los costes unitarios estructurales (o generales) se habían reducido en un 25 %... los costes de mano de obra se habían reducido en un 10 %... los accidentes laborales habían disminuido en un 41 %... (y) el  número de personas trabajando en Kellogg’s se había incrementado en un 30 % respecto de 1929”. La empresa estaba muy satisfecha y ansiosa de poder compartir sus logros con la comunidad empresarial: “En nuestro caso es algo más que pura teoría.

            Lo hemos demostrado con cinco años de experiencia. Hemos llegado a la conclusión de que, con la reducción de la jornada laboral, la eficacia y la moral de nuestros empleados se ha incrementado, los accidentes y las franquicias por seguro han mejorado y los costes unitarios de producción han disminuido tan considerablemente que podemos incluso pagar por seis horas como si realmente fueran ocho las trabajadas.”

            Una encuesta  a 1.718 ejecutivos de empresa realizada por el Industrial Conference Board demostró que, en 1932, más de la mitad de la industria  americana había reducido el número de horas trabajadas con la finalidad de preservar los puestos de trabajo y promover el consumo.”

            Si las nuevas tecnologías incrementaban la productividad, generando menos puestos de trabajo y sobreproducción, el único antídoto apropiado era el de reducir las horas trabajadas de forma que todo el mundo tuviese un puesto de trabajo y suficientes ingresos y poder adquisitivo como para ser capaces de absorber los incrementos de producción.

            Bertrand Russell, el gran matemático y filósofo inglés, comentaba al respecto: “No debería existir  la posibilidad de ocho horas al día para algunos y cero horas para otros, sino que deberían ser cuatro horas al día para todos.”

            Una enmienda fue votada y aprobada por 55 votos a favor  frente a 30 en contra en el Senado de la Nación el día 3 de abril de 1933 a favor de una semana laboral de 30 horas. Y paso inmediatamente a la Cámara de representantes, donde William P. Connery Jr, del Estado de Massachusetts, presidente del Labor Committe, pronosticó una rápida aprobación. La enmienda fue votada y aprobada en el Comité con la expresa recomendación de que la Cámara la aceptase.

            Pero, el Presidente Roosevelt –presionado por los principales líderes empresariales del país— se movilizó rápidamente para bloquear el trámite parlamentario.” Hasta aquí lo que nos cuenta  J. Rifkin.

            Y en la actualidad: Clarín, 21- 1- 17, suplemento del The New York Times: “Prueban con un día laboral de seis horas. Un experimento con una jornada laboral de seis horas en una de las ciudades más grandes de Suecia, Gotemburgo, llego hace poco a una conclusión alegre: menos horas de trabajo crean empleados más felices, sanos y productivos. Experimentos similares se preparan en un puñado de ciudades en Suecia.

            Un número pequeño, pero creciente, de compañías privadas suecas, en su mayoría startups de tecnología, también incursiona en el concepto, al seguir el ejemplo de algunas compañías establecidas, entre ellas un centro de servicios de Toyota en la ciudad de Gotemburgo que ha funcionado exitosamente con una jornada de seis horas diarias durante más de una década.

            El programa aumentó los costos de Gotemburgo en un 22 por ciento, principalmente para pagar nuevos empleados. Pero alrededor del 10 por ciento se vio compensado por la reducción de costos al Estado gracias a que hubo gente que salió de las listas de desempleo y empezó a pagar impuestos al sistema, en vez de recibir subsidios estatales. La cuestión más importante es si los creadores de políticas están dispuestos a explorar la conexión entre felicidad humana, salud y productividad.” Hasta acá el New York Times.

            Como puede verse la propuesta no solo es atinada sino que ya existen experiencias de su aplicación y sus resultados. Y es de tanto tiempo (la década del 30)  que solo resta preguntarse  ¿Cuántas guerras, epidemias, hambrunas, terrorismo, inseguridad, desastres ecológicos, desocupación, etc., etc., se podría haber evitado la humanidad?

            Y las alertas y advertencias, aún de los mismos empresarios, no cesan: https://actualidad. rt.com/actualidad, Publicado 22 jun 2017: “el fundador de Alibaba ha instado a los líderes mundiales a aumentar la educación para evitar las dolorosas consecuencias de las nuevas tecnologías. El fundador de Alibaba dijo que los líderes mundiales  tienen la responsabilidad de educar  a la gente para evitar el dolor provocado por el rápido crecimiento de la automatización y la inteligencia artificial. “Si no se mueven rápido, va a haber problemas”, añadió. “Creo que en los próximos 30 años, la gente solo trabajará 4 horas al día y quizás 4 horas a la semana”, opinó.”

            Como vemos la reestructuración que proponemos de la jornada de 8 hs en 6 hs de trabajo y 2hs de estudio, no podrá ser definitiva sino que estará sujeta y subordinada al avance y la progresión de la ciencia y la tecnología.

            En cuanto a las 2 horas de estudio, también eso lo reclama el proceso productivo. Veamos. Clarín, 9- 6- 17, por Guillermo Lousteau Heguy (Inter American Institute for Democracy): “Repensar la educación: debate ausente. “...el mundo cambió mucho; la escuela, casi nada” (…) “el desafío consiste en pensar una educación que contemple las necesidades propias de lo que viene.” (…) Y lo que viene es “un mundo cuyas características nos son todavía difíciles de caracterizar, pero que sin duda será irreversible y donde, con toda seguridad, ingreso y trabajo han dejado de ser dos caras de la misma moneda.” (…) “Y en cuanto a la decisión del cambio, el enfoque de la política, siempre coyuntural y poco afecta a los plazos largos, tampoco ayuda” (…) “Una educación adecuada a la velocidad de los cambios”. (…) “es difícil que el paradigma surja sin pasar por una crisis profunda, una ruptura. El desafío requiere de una construcción colectiva.”

            Clarín, 15- 7- 17, por Roberto Agosta (Ingeniero, Ex –Decano de la Facultad de Ingeniería de la UCA. Profesor titular de la UBA, UCA y UTDT): “La empresa como educadora. Si bien los occidentales nos hemos especializado en sostener la preeminencia de la persona individual, es imposible negar que una de las cosas que nos ha hecho humanos a los humanos (o sapiens a los sapiens) ha sido la capacidad de crear colectivamente. (…) Es necesario crear seres humanos integrales que manejen las condiciones del entorno y que comprendan el mundo.”

            La Nación, 22- 8- 17: “Universidad e innovación”. “III Congreso Anual de Educación y Desarrollo Económico: Dos opiniones fueron muy significativas: la primera fue que para el 63 % la universidad innova poco y nada. La segunda, que el 60% cree que lo aprendido en la universidad pierde actualidad en 5 años.”

Desde siempre los gobiernos, los funcionarios, los políticos, los sociólogos, etc., repitieron hasta el cansancio que la educación tiene uno de los papeles más relevantes en el progreso de la sociedad. A la misma vez vemos que la educación se ha ido deteriorando, salvo excepciones en aspectos secundarios.

            No es el lugar para explicar las causas de este problema, solo constataremos que durante décadas no pudieron resolverlo, el gran capital está interesado en que los trabajadores y los sectores populares no comprendan la situación y las condiciones actuales de la ciencia, la economía, etc.,etc., porque solo sobre esa base de desconocimiento y desinformación puede seguir dominando. 

            Si lo aprendido en la universidad pierde actualidad en 5 años, y una carrera universitaria lleva ese tiempo o más, quiere decir que al otro día de terminar los estudios universitarios, los conocimientos adquiridos comienzan a envejecer, por ende, hay que darle continuidad al estudio. Como se ve es la misma realidad la que nos dice que no es solo necesario, sino imprescindible y urgente, un salto en la escala de valores en que está ubicada la educación, la información, los conocimientos.

            En síntesis: si hoy al mundo y la Argentina, para producir  lo que necesitamos para vivir todos dignamente, le están sobrando horas de trabajo humano, y en el futuro le sobrarán muchas más, entonces la transición en que estamos inmersos nos indica la necesidad de menos horas de trabajo por jornada (menos horas de trabajo es trabajo para todos).

            A la vez, si la ciencia avanza tan rápido que los conocimientos envejecen aceleradamente, y si ademas venimos con atrasos importantes en educación, hace falta que toda la sociedad esté informada y estudie permanentemente, con lo cual esas horas de trabajo que sobrarán en la jornada laboral pueden y deben ser cubiertas por horas de estudio e información cotidiana, para la formación de seres humanos integrales que comprendan el mundo, en todos sus aspectos, y puedan ser capaces  de construir su propio mundo.

            De esa manera ese nuevo orden social, ese mundo nuevo, que requiere ser construido colectivamente, puede ser obra de todos.  Desde ya que no estamos hablando de utopías ni de un proceso entre algodones, sino de realidades con todo lo contradictorio, espinoso y prometedor de posibilidades que tiene la realidad.

            En esta coyuntura, donde ellos presentan más planes en los que nuevamente el esfuerzo recaerá sobre las espaldas del pueblo, los trabajadores tenemos no solo el derecho, sino la obligación responsable de presentar nuestro propio proyecto para superar los problemas.

            Se trata de desatar un amplio debate popular que cambie o confirme, desarrolle, perfeccione,  enriquezca, complete, etc., hasta formular colectivamente una propuesta de solución, que además en ese debate y búsqueda eleve la comprensión de  los participantes y del conjunto de los trabajadores y sectores populares. 

                                   PARIENDO UNA NUEVA SOCIEDAD