Estamos atravesando un problema que en la Argentina ya hemos vivido, y más de una vez. Una famosa frase sentencia: “los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”. En medio de las crisis sucesivas del país, más la pandemia, etc., se tratan ligeramente problemas graves. Uno de ellos es la INFLACIÓN. Se habla, se debate, sin profundizar en el tema y sin apelar a la memoria ni reflexionar sobre las consecuencias históricas de lo sucedido en el país. La inflación no es ni fue sólo un hecho económico en la Argentina, para nada. Dos veces como mínimo este problema terminó muy, muy mal para los humildes, las/os trabajadores y la mayoría de la “clase media”, o sea, para el 90 % de la población, y no solo afectó la justicia social, sino también la independencia económica y la soberanía política del país.
Veamos: Luego de 18 años de lucha por el retorno de Perón, con miles de presos, torturados y asesinados (la mayoría peronistas, pero también de otros sectores y banderas populares), y con duras y cruentas luchas internas dentro del peronismo, el 1° de julio de 1974 fallece el Presidente Perón. Casi un año después, en junio de 1975, el gobierno que le sucedió, encabezado por María E. M. de Perón (Isabelita), tiene a Celestino Rodrigo como ministro de economía quien desencadena lo que pasó a la historia como el “Rodrigazo”: un aumento del 100% en todos o casi todos los productos de consumo popular. La respuesta obrera y popular no se hizo esperar.
Marchas, concentraciones de trabajadoras/es de casi todas las fábricas, y una rebelión popular en las calles durante más de uno o dos meses obligaron a recular al gobierno y a los sectores del gran capital. Triunfo popular: los salarios aumentaron al nivel del shock inflacionario y se obligó al cambio del ministro de economía.
ESTE RESULTADO MOSTRÓ CLARAMENTE QUE LA FUERZA DEL MOVIMIENTO POPULAR ESTABA EN CONDICIONES DE IMPONERSE.
Pero para la oligarquía y los grandes capitales nacionales e internacionales el problema no estaba resuelto ya que tuvieron que aceptar la marcha atrás debido a la fuerza aplastante de los trabajadores en la calle. Pero, en diciembre de 1975 desencadenan un intento-ensayo de golpe de Estado desde la Aeronáutica. La respuesta obrera y popular fue débil y casi inexistente. A las y los trabajadores, que meses antes habían reaccionado con potencia ante una cuestión muy evidente e inmediata como era el brutal aumento de los precios, no les fue posible percibir los objetivos de este intento-ensayo de golpe de Estado. Es cierto que la situación política era bastante incierta y confusa, pero esto demostró una vez más (y van muchísimas) que la fuerza es importante, pero la mayoría de las veces es impotente si no está acompañada por la visión y claridad acerca de la situación política general y la organización de esa fuerza propia. Y la realidad es que ese golpe frustrado de diciembre de 1975 fue un ensayo para calibrar la resistencia popular. En marzo de 1976 ocurrió el golpe de verdad.
Esa visión y claridad que se requiere para encarar con posibilidades de éxito la defensa de los intereses populares y del país, se adquiere reflexionando sobre las experiencias del pasado. Ese intento de golpe de Estado para medir la reacción popular no fue la primera vez que se ejecutó. Ya en junio de 1955 se intentó un golpe de Estado contra el gobierno del Gral. Perón (recordemos los bombardeos sobre Plaza de Mayo), que fracasó como tal Golpe pero que en realidad fue un ensayo para medir la respuesta popular. Tres meses después, en septiembre, se da el golpe real y se derroca a Perón. Y otro tanto ocurre en 1973 en Chile cuando se derriba al gobierno del presidente Salvador Allende también con dos golpes, el primero para medir la reacción popular y tres meses después el definitivo. No es un dato a despreciar que luego de esos golpes en Argentina y en Chile se desata una represión terrible para asegurarse el poder desarticulando la fuerza popular y así impedir toda respuesta popular. Y a continuación vienen en todos los casos las medidas económicas contra el pueblo y la clase trabajadora que estos habían impedido antes.
La de 1975 fue una de las veces que se apeló a un mazazo inflacionario brutal, pero no sería la última. Otro tanto ocurrió con la hiperinflación hacia el final del gobierno de Alfonsín, que no fue otra cosa que un golpe de mercado de los “capitanes de la industria” para desestabilizar la situación: por un lado, contra el presidente Alfonsín obligado a renunciar antes de tiempo y, por otro lado, para enviar un mensaje y poner de rodillas de antemano al presidente electo, Carlos Menem, aunque a este no le molestó sumarse a los planes del enemigo.
Si ellos lanzaron GOLPES-ENSAYOS ES PORQUE SABIAN QUE DEL OTRO LADO HABIA FUERZA COMO PARA DERROTARLOS, como vimos que sucedió en junio-julio de 1975. Ni hablar de 1955. ¿Qué faltó entonces? ¿Dónde estamos ahora? Este resultado también ha sido posible PORQUE LAS Y LOS TRABAJADORES Y AMPLIOS SECTORES POPULARES NO ALCANZAMOS A VER MÁS LEJOS, PORQUE NO ESTABAMOS PREPARADOS PARA UNA MIRADA QUE NOS PERMITIERA VER Y CAPTAR EL TRASFONDO DE LA SITUACIÓN.
En estos procesos se ve claramente que chocan dos intereses: por un lado los del pueblo y del país, y por otro lado los del gran capital local y extranjero y la oligarquía; y el desenlace y resultado del choque entre esas dos fuerzas depende de cómo esté preparada cada una de ellas. En general el gran capital y la oligarquía comprenden muy bien sus intereses, cómo defenderlos, y se preparan para ello.

En el caso de las y los humildes, las y los trabajadores ocupados y desocupados y la clase media, no siempre tenemos en claro cómo influye ese choque en nuestra vida, cómo ese desenlace define en gran medida cómo nos va a ir en adelante a cada uno, a cada una, y a todos; o comprender la relación e influencia de ese choque y su resultado con nuestra vida personal y social. Sobre todo porque, como vimos, reaccionamos bien cuando nos tocan el salario y la carestía de la vida, pero no alcanzamos a ver claro cuando ellos toman otro camino para conseguir esos mismos objetivos que nos perjudican a nosotros.
La experiencia nos dice que la inflación no es solo un hecho económico, sino que a detrás de ella asoma claramente que es una herramienta estratégica de desestabilización política. Hoy estamos ante otro intento de desestabilizar al movimiento popular. ¿No debería llamarnos la atención que se trate a la inflación galopante e insólita que padecemos solo como un hecho económico? ¿A quién le interesa que se la vea así? ¿No corremos el riesgo de otra derrota grave si no percibimos qué se esconde en el trasfondo de esta inflación?, si repetimos el error (¿inconsciente? ¿ingenuo?) de situaciones políticas y sociales pasadas? Necesitamos prepararnos para ese choque de intereses porque, tarde o temprano, llega. La preparación debe hacerse antes y desde abajo, sin esperar que venga desde arriba; en todo caso que quienes están en posiciones dirigentes o institucionales decidan ellos de qué lado se van a poner. Pero está a la vista que la preparación desde abajo, en barrios, lugares de trabajo y estudio es imprescindible para defendernos y debemos hacerlo sin esperar ni depender de nadie, porque los intereses que hay que defender son nuestros y de la Patria, y la fuerza para defenderlos está y vive en nosotros. Y no nos referimos a un gobierno, de si estamos a favor de tal o cual. NO, BASTA DE ESPERAR SOLUCIONES DESDE ARRIBA SOLAMENTE, acaso esto de esperar que desde arriba vengan las soluciones ¿no será la causa principal de la impotencia que sentimos? Nos estamos refiriendo a qué hacemos a nivel popular, en los barrios, en las fábricas, escuelas, hospitales, etc., qué hacemos en cuanto a entender el problema y reaccionar; nos referimos a desatar un debate potente sobre nuestros problemas y lo que pensamos y sentimos, un debate por abajo, en nuestra cotidianeidad en lugares de trabajo y vivienda, un debate que nos ponga en condiciones de entender y reaccionar organizando las fuerzas de las y los perjudicados por esta situación.
Solo en el pueblo habita y reside la fuerza para superar los problemas derrotando las maniobras de los enemigos y superando las blandengues vacilaciones de quienes no tienen confianza, o de quienes temen que el pueblo protagonice, o peor aún, de los cómplices de quienes nos roban. Ese debate necesario HAY QUE CONSTRUIRLO, NO ESPERAR PASIVAMENTE “QUE LLEGUE”, y todos podemos contribuir a eso, dirigiéndonos cada uno a nuestras relaciones con comentarios, interrogantes, etc. ESE DEBATE, ESE EJERCICIO DONDE OPINEMOS DECENAS Y CENTENARES DE MILES Y LLEGUE A MILLONES NOS VA A APORTAR LO NECESARIO PARA VER EL TRASFONDO DE LAS SITUACIONES, Y ASÍ DEVOLVERNOS LA CONFIANZA EN NUESTRAS PROPIAS FUERZAS, HACIENDO EVAPORAR ESA IMPOTENCIA QUE SENTIMOS.
PARIENDO UNA NUEVA SOCIEDAD - JUNIO 2022
