El Economista - 10/05/2013
Se suele creer que las recuperaciones de las crisis económicas y/o financieras se consuman cuando el nivel de producción retorna al nivel previo, cuando se recuperan los precios de ciertos activos, cuando el estado ya no precisa instrumentar medidas excepcionales o según otra variable. Sin embargo, esto oculta algunas tendencias y efectos subyacentes, generados por ese cimbronazo, que persisten al presunto restablecimiento del equilibrio previo. Una de las tendencias que se está viendo por estos días es el creciente desempleo juvenil y efectos de mediano plazo que genera sobre ese grupo etáreo. Esta semana se conoció otro dato alarmante: en febrero, la tasa de desempleo entre los jóvenes griegos de entre 15 y 24 años llegó al 64,2% y entre los de 25 y 34 años, a 36,2%. Pero esta problemática está lejos de ser una exclusividad de las economías de la periferia europea, porque tiene un carácter global. Según un reciente informe de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), la tasa de desempleo entre los jóvenes de 15 a 24 años es de 12,6% actualmente, es decir, alrededor de 73 millones de personas. "Al mismo tiempo, el empleo informal entre los jóvenes sigue muy extendido y las transiciones al trabajo decente son lentas y difíciles. Los costos económicos y sociales de desempleo, del desempleo de larga duración, de la falta de ánimo y de los empleos de baja calidad generalizados siguen aumentando y socavando el potencial de crecimiento de las economías", señala la OIT en el informe subtitulado "Una generación en peligro". La OIT calcula que el desempleo juvenil seguirá en estos niveles y en 2018 será de 12,8%. La problemática se irá centrando, cada vez más, en los países emergentes, dice la OIT. Hay un motivo central: allí vive el 90% de la población joven del mundo. Los jóvenes de los países emergentes enfrentan, además del desempleo, elevados índices de empleo precario y de bajos salarios. Según artículo reciente de la revista The Economist, aproximadamente 300 millones de jóvenes (un cuarto de la población joven mundial) no trabaja, no estudia ni busca empleo.
La producción no ha retornado al nivel previo de la crisis y los estados deben seguir instrumentando medidas excepcionales y aún así no pueden sacar a sus países de la crisis. La tendencia al desempleo juvenil que se vislumbra no es solo en Europa. Es en el mundo. ¿Nos pusimos a pensar cuál es el futuro que les espera a nuestros hijos y nietos? ¿La educación es la solución? ¿Debemos quedarnos cruzados de brazos? TU OPINIÓN NOS INTERESA.