Un recorrido por las deficiencias, peligrosos incendios, fallas en las luces, en las puertas, en los frenos, en las ventanillas, etc., etc., nos dice que esto no fue de ninguna manera un accidente. Era previsible, es más, era hasta lógico que ante el deterioro continuo y creciente de todo el sistema ferroviario, en algún momento se produjera un problema mayor y grave. Confirma esto el hecho de que la primera medida que toma la intervención decretada por el gobierno sea sacar de circulación a 7 formaciones cuyas deficiencias ponían en peligro la seguridad de los pasajeros. La pregunta es entonces. ¿Dónde iban y van a parar las millonarias subvenciones del Estado a la empresa? Por eso no se puede hablar de accidente, pues la verdad es que para evadir inversiones (para las cuales el Estado le daba la plata a la empresa), y así agrandar las “ganancias”; el resultado previsible e inevitable, antes o después, es que se provoca el asesinato de 51 víctimas inocentes y centenares de heridos. ¿No se debe hablar de terrorismo empresario? I.- No quedarnos en lo superficial Si además de sancionar a los responsables de esta tragedia, se trata de evitar que vuelva a ocurrir no basta con analizar el hecho, y las responsabilidades, sino que además y sin falta, hay que llegar al hueso del problema, dos evidencias prueban esta necesidad: hace unos meses hubo otro “accidente” con víctimas en la estación de Flores, y ello no fue advertencia suficiente; y, en la masacre de Cromagnon se llegó al juicio y las condenas, se destituyó al intendente, etc., pero hoy, ¿qué autoridad, o dueños de “boliches” se atrevería a asegurar que están cubiertas las condiciones de seguridad en todos los locales?, ( en los controles realizados luego de la tragedia de Cromagnon se clausuraron más de un centenar de “boliches” bailables). Así como en los dos casos anteriores las cosas pudieron haber sido peor, también hay muchos más sucesos de gravedad que pasan y van quedando en el olvido (salvo para los afectados): aviones que se caen por falta de mantenimiento, (luego, es claro, le echan la culpa al piloto que muere en el “accidente”); edificios que se vienen abajo, muchos de los “accidentes” en las rutas, etc., etc. Veamos algunos hechos más de estos días. *¿Por qué el gobierno ha tenido que crear un minucioso sistema, (que cuesta plata al Estado, plata que sale del pueblo), de seguimiento de cada medicamentos desde que salen del laboratorio hasta que llegan al consumidor?; porque en el laboratorio mismo o en el camino se adulteran remedios, hasta los oncológicos; cosa que no se puede hacer sin poder económico, “relaciones” políticas, policiales, judiciales, etc., que aseguren impunidad. Y por esto también muere gente, aunque las causas de esas muertes queden camufladas. * Otro tanto pasa, según palabras de la Presidenta, con los problemas que tuvo para implementar la tarjeta SUBE, por los “palos en la rueda” que “le pusieron” se tardó tres años para lograrlo. Esa tarjeta es un control para que la subvención del Estado a las empresas del transporte corresponda a cantidad de pasajeros reales y no a las cifras abultadas que declaran las empresas para recibir mayores subsidios del Estado. ¿Quiénes otros que los empresarios del transporte pueden querer trabar la implementación de esa tarjeta, para seguir recibiendo del Estado montos inflados de dinero público? II.-Un poco de historia Haciendo historia: los ingleses construyen la red ferroviaria, en abanico hacia el puerto de Bue- nos Aires, en función a sus intereses y los de su socia local, la Oligarquía vacuna y terrateniente; (el capital inglés gana con los fletes y los utiliza como arma comercial para destruir la competencia: el que no se subordinaba a ellos pagaba los fletes más caros o directamente no llevaban su mercadería. Además se facilitaba el transporte y abarataba los productos agropecuarios que Inglaterra necesitaba de la Argentina; y la oligarquía se beneficiaba con la valorización de su tierra, ya que el tren pasaba por su territorio o cerca, lo que, además, abarataba sus costos de flete. En el trazado de la red ferroviaria no se tuvo en cuenta los intereses del país, ni de las provincias y pueblos, ni mucho menos los intereses del pueblo y los trabajadores. El Peronismo nacionaliza los ferrocarriles e intenta otra política ferroviaria; pero a comienzos de los años 60 del siglo pasado empiezan a hacerse sentir intereses petroleros, de la industria automotriz, y de cubiertas para coches, micros y camiones. Eso era el Plan Larkin. Así comienza la destrucción de ese sistema ferroviario, para beneficiar al transporte de cargas y pasajeros por ruta (y parte importante de los accidentes en las rutas, que se llevan cada año muchas vidas humanas, se debe a esto). Finalmente en la década del ´90 con las privatizaciones y concesiones se le da el “golpe de gracia” al sistema ferroviario. Lo que sigue, hasta hoy, es la larga agonía de ese sistema. III.- Los hechos y sus causas ¿Por qué las millonarias subvenciones del Estado a los concesionarios del ferrocarril, no se emplearon para garantizar la seguridad del sistema?; ¿por qué se adulteran los medicamentos?; ¿por qué se pusieron “palos en la rueda” a la implementación de la tarjeta SUBE?; ¿por qué falta mantenimiento a los aviones?, ¿por qué se vienen abajo edificios en construcción o linderos?, ¿por qué se deterioran tan rápidamente calles y rutas con poco tiempo de uso?, etc., etc. Cientos de estos hechos que ocurren en situaciones distintas, aparecen aislados y sin conexión entre sí. Y efectivamente, en la superficie cotidiana esos hechos no se vinculan entre sí, pero en cuanto profundizamos en busca de sus causas, encontramos un factor decisivo común en todos ellos: la lucha y avidez por la ganancia empresaria. ¿Acaso se puede explicar uno solo de estos casos (y todos ellos, y muchos más) sin que la causa real sea la ganancia? III.- ¿A que llamamos ganancia? Cabe preguntar, si parte importante de las subvenciones del Estado al ferrocarril deben ser para su mantenimiento y seguridad, y son desviados hacia otros negocios, eso ¿es ganancia? ¡No!, eso es estafa, no ganancia. Acaso, la ganancia en los medicamentos, ¿puede provenir de sacarle al medicamento los elementos que debe tener para que sea efectivo?¡¡Eso es fraude criminal, no ganancia!! Y el cemento, hierro, etc. que se le pone de menos a una ruta, ¿eso es ganancia?, no. ¡Es estafa! Y así cada caso. Viernes 23-3-12, se cae un edificio en construcción, con un saldo de 8 obreros muertos, en la provincia de Corrientes, ¿causa del derrumbe?: se construían dos pisos más de lo permitido. ¿Para que dos pisos más? para ganar más. Otra vez víctimas inocentes, esto, ¿no es terrorismo empresario? Y “la ganancia” que rinde esclavizar a una mujer para explotarla en el circuito de la prostitución, ¿dirán que eso también es ganancia? Y sembrar virus de la gripe para vender más vacunas, y cuadruplicar el precio del barbijo, sembrar piojos, la destrucción ecológica, etc. La Presidenta Cristina de Kirchner dijo “que tuvo que pagar 19.500 millones de dólares por la deuda del “corralito”, y que con esa plata tendríamos un sistema ferroviario en buenas condiciones”. Para “solucionar” el robo de los banqueros, financistas y empresarios que se robaron la plata de los depósitos, se sacrificó (en este caso), a los trabajadores que viajan en tren. Tampoco el “corralito” fue ganancia, sino un robo a las cuentas bancarias. Si la Presidenta mencionó el hecho es que no le debe haber causado ninguna gracia tener que pagar todo ese dinero, de lo contrario sin duda, ni lo hubiera mencionado, al contrario, lo hubiera ocultado. IV.- ¿Cómo están estos problemas en el mundo actual? Centenares de casos similares se podrían citar en todo el mundo. Por ejemplo, que mientras a los bancos (creadores de la crisis para lograr beneficios con ella) se les da en Europa, EE.UU., Japón y otros países, billones y billones de dólares graciosamente y a intereses irrisorios, mientras, a la vez, se ajusta una y otra vez a los pueblos y se funde a los países. O, Clarín, 12- 4- 12, pág. 27: “El FMI advierte sobre “el riesgo de que se viva más de lo esperado” El envejecimiento de la población es desde hace años una preocupación. Y ahora se convirtió en el centro de un informe del Fondo Monetario Internacional, que recomendó ayer aumentar la edad de jubilación de manera automática de acuerdo con la extensión de la esperanza de vida, y advirtió sobre “el riesgo de que la gente viva más de lo esperado”. Como vemos, las estafas y fraudes empresarios, corralitos, concesiones y subsidios a empresas privadas, privatizaciones tramposas, corrupción en connivencia de empresarios y políticos, el pago de las fraudulentas deudas externas (deudas en las que el FMI fue artífice principal en su creación) etc., todo eso no pone en peligro las finanzas de los Estados, ¡No!, para ellos el verdadero peligro ¡es que la población viva de más! Pero, si bien los grandes terratenientes, los magnates de las finanzas, del comercio y la industria siempre apelaron a fraudes, estafas, trampas, guerras para obtener y agrandar sus ganancias; es cierto también que, hace 40, 50 o 60 años, no toda ganancia era estafa y fraude; y es más, en muchos países, había posibilidad de progreso para sectores populares incluidas porciones importantes de trabajadores. Esa calidad de vida había arraigado en esos países y para la mayoría de su población esos logros eran definitivos y era impensable que se perdieran, y para los pueblos de otros países era una aspiración a alcanzar. Sin embargo a juzgar por todos los síntomas, con cada vez menos excepciones, eso parece haber terminado. Las posibilidades de progreso para las clases medias se achican cada vez más. Y para los trabajadores, en el mundo lo que avanza es la pérdida de conquistas, el trabajo en negro y la desocupación. No solo no se incorporan nuevos países a los beneficios y conquistas del primer mundo, sino que estas se pierden en el mismo primer mundo. V.- Conclusión: el hueso del problema Hemos visto que, por un lado, la ganancia empresaria ya sea comercial o industrial, y mucho más la financiera, se va convirtiendo más y más, casi exclusivamente en fraude, estafa, trampa, destrucción. Por otro lado, paralelamente las condiciones de vida y de trabajo, la ocupación, etc. se van agravando y dificultando para la inmensa mayoría de la población del mundo. Y en Argentina y América Latina, con gobiernos que intentan remar contra la corriente de ese deterioro, que tratan de impedir las mayores injusticias del llamado “capitalismo salvaje”, y alcanzan logros en cosas puntuales e importantes, pero que aún así son desbordados y no pueden atajar todas las manifestaciones de deterioro del sistema: el trabajo en negro, los “accidentes” como los mencionados, los fraudes y estafas empresarias de todo tipo, los aumentos de precios exagerados e injustificados, el deterioro ecológico, el avance de la droga, la inseguridad, etc., etc. Todo esto evidencia el proceso de decadencia y agotamiento acelerado del sistema capitalista. La crisis que sacude a la economía mundial, empuja a todos los capitalistas del mundo entero a perder los escrúpulos en los negocios, al “todo vale”. Y mientras ellos tengan el poder económico de la sociedad, lo único que podemos esperar en adelante es que sobre nosotros, los trabajadores y los sectores populares, recaigan las consecuencias de ese “todo vale”, como en la tragedia de Once. Por un lado, pedir, creer o confiar en que el poder económico pueda hacer algo en beneficio del pueblo, es creer que van a preferir defender los intereses populares antes que sus propios intereses, no lo van a hacer. Por otro lado, otra ilusión infundada es creer que un gobierno por más voluntad que tenga, pueda resolver graves problemas sin un pueblo organizado y dispuesto a pelear por sus derechos. Nadie nos va a regalar soluciones. Ese es el hueso de la cuestión y el nudo del problema a resolver.